jueves, 16 de diciembre de 2010

El objeto amado

El objeto amado no es la razón de amar, es la excusa para hacerlo, pues el amor en si vive en cada pecho y puja constante por salir a flote.
El objeto amado siéntase digno de ser la excusa perfecta para elevar el alma a los cielos, par ver la belleza en todas las cosas, para sentirse fresco bajo el sol, para gritar de alegría bajo una tormenta.
El amor se siente tan parecido a la muerte, pues el alma quiere escapara del tosco cuerpo y huir hacia la luz que lo llama, ya que el cuerpo es demasiado burdo y pesado para elevarse hasta el punto que desea el alma.
Y este se siente nadar en un mar profundo, buscando la superficie a donde pertenece, pero con un tobillo encadenado a una pesada ancla que no le permite alejarse de la tierra por completo.
Y entonces, cuando los dedos raspan el aire, el alma es conciente que lo amado no es el único objeto de su devoción, si no que en ese momento, en esa altitud, su corazón se explaya obteniendo el tamaño del mundo, y todos los seres pueden vivir en la felicidad que irradian sus ojos, no baja de categoría el objeto amado, todos los demás se elevan, no hay grados, no hay lejanía… solo unión.
Hasta los seres que parecen más insignificantes se vuelven objetos de amor, y se refleja un corazón en la mirada al observar las partículas de polvo iluminadas por el sol. Solo se ve lo bueno en lo malo, solo se ve la luz en la más profunda oscuridad, ya no hay soledad, pues el sentimiento es de unión con todo lo existente, con cada ser, con cada roca, con cada átomo… con cada alma.
Y se siente en las sienes una corona dorada, pues la riqueza es mayor que la de mil reyes, pues nada más que el sentimiento en si mismo nos es necesario. Y el diamante es tan hermoso como una rosa blanca, y el oro es tan valioso como una sonrisa entregada, todo es todo, la unión es la certeza única que nos embarga.
Y tras ese momento caemos nuevamente al suelo marino, con barro y algas, el objeto amado vuelve a confundirse con El Amor, pero valido es el sentimiento, el pecho deja rebosante, y en ocasiones nos ayuda a acercarnos a la finalidad ulterrima del amor: La Unión.